Para viajar y volar

  • Ramona Córdova
  • Alicia en el país de las Maravillas
  • Haruki Murakami
  • Improvisar, improvisar
  • Los Desiertos
  • Frida Kahlo
  • La Ciencia del Sueño
  • Abbas Kiarostami
  • Cien años de Soledad
  • Amelie

lunes, 24 de mayo de 2010

DONDE DEBE ESTAR EL ARTE: CASAS MUSEO 1

Todos conocemos o intuimos las bondades de los museos: albergar obras de gran valor artístico, mostrar un período histórico, exhibir las producciones de determinada región o país, resguardar o restaurar importantes patrimonios. Están organizados para mostrarnos en un breve lapso y de forma muy eficiente colecciones muy grandes.
Pero… (siempre existe un pero) estas eficaces instituciones a veces nos dejan la impresión de ser una mera acumulación, siempre agradable al ojo, de objetos bellos arrancados de su contexto de creación, ordenados y catalogados de todas las formas posibles, estancados en vitrinas de vidrio helado. Como góndolas de un supermercado en el que no se puede comprar, no se puede tocar, sólo y nada más que mirar.

Por suerte en los últimos tiempos ha cambiado mucho esta mentalidad de museo positivista, especies de mausoleos de conocimiento, donde se privilegia la acumulación y la lejanía con el que observa. Casi como mirar una sustancia a través del microscopio.
Y, estos espacios de arte, ciencia e historia se han hecho más accesibles a nosotros, los que los visitamos.
Desde museos donde la consigna es tocar, a sitios donde se exhiben las pequeñas historias, el arte popular, los coleccionismos “kitsch”, o las casas de los artistas.
Me referiré a dos Casas Museos que pude con mucho agrado visitar en la Quebrada de Humahuaca.

Casa Museo José Antonio Terry


Frente a la Plaza Principal de Tilcara se encuentra esta casa que ha sido declarada Patrimonio Histórico Nacional.
Recorriendo sus múltiples habitaciones fui observando con atención vida y obra de este artista porteño, sordo, afincado en Tilcara y enamorado de los colores de la Quebrada.
Autorretratos, pinturas de su mujer e hijas en la primera habitación (modelos más cercanos del artista), magníficas pinturas de personajes típicos, como el Tuerto del Pucará, una familia coya en las montañas, los vendedores ambulantes en las calles de tierra.
También pude ver a los personajes de la idiosincrasia porteña, la tomadora de mate, el inmigrante y otros retratos realizados en sus viajes por Europa. Terry fue considerado un “pintor viajero”, afecto a los usos y costumbre de lugar donde pasaba.

A partir de ese momento me acompaña en el recorrido la encargada del Museo, que al notar mi interés comienza a contarme anécdotas de la vida del artista, de sus viajes, de su llegada a Jujuy.
Junto con las obras y respetando la función original de las habitaciones, puedo apreciar los objetos de uso personal de Terry, colocados estratégicamente, casi como si el lugar fuera todavía habitado: el teléfono grande y pesado que escuchaba su voz, la cama donde descansó en algunas de las tantas siestas norteñas, los solemnes retratos familiares de las mesas de luz, el espejo, la valija, la vida de todos los días de un artista.

Los artistas que pintaron los paisajes de quebradeños también tienen su lugar en una de las salas de José Antonio, y más atrás, al fondo de la enorme casa colonial, cruzando el patio que alguna vez tuvo aljibe, una sala de arte contemporáneo.
Es una sala de exposiciones temporarias para artistas que trabajan una estética ligada al arte andino.
Me pareció muy bueno que el Museo no se quede en el pasado, que apueste desde este lugar a la producción de los artistas jóvenes.

Empiezo a marcharme pensando en la variedad y calidad del Museo, cuando la encargada
me señala una escalera.
Falta el atelier, dice… subo tras la parejita que anduvo delante de mí en el recorrido y respiro de alivio al llegar (torturas de la altura).
Su lugar de trabajo me conmovió más que ninguna otra cosa: ahí estaban desparramados los pinceles, la paleta con los colores, los bastidores. Casi como esperando que el artista llegara y se pusiera a trabajar.
Imagino a la mujer de la pintura, esa del vestido rojo, cambiarse tras el biombo para comenzar la sesión. El vestido rojo tras un vidrio, me dice todo lo que necesito saber.
El sofá donde se recostó la hermosa mujer del desnudo y el mate en la mano, es un testigo clave de esas carnes rosadas.
Objetos personales, preciados, íntimos, nos miran desde rincones varios. Sabemos que aquí hubo arte y hubo vida.

Me voy yendo de Tilcara. En Humahuaca me cercará la lluvia y conoceré en su propia casa al hijo de otro artista.

DONDE DEBE ESTAR EL ARTE: CASAS MUSEO 2

De tal palo tal astilla

Llueve a mares. Conocí una Humahuaca casi pasada por agua, en los tres días en los que estuve.
El tiempo no era bueno para hacer caminatas que no fueran en la ciudad o excursiones porque la visibilidad era escasa.
Entonces me dediqué a sacarle el máximo provecho a las callecitas de piedra. Feria, muchas fotos, barrios altos, comidas y museos.

El día tiene un color gris plomo. Tras mirar la feria de artesanías del Monumento a los Héroes de la Independencia, subí las escaleras y me asomé al Museo de Arqueología sobre un costado.
Debo decir que no me motivó esa visión en absoluto. Una señora mayor y un joven acodados en un mostrador con "cara de día lluvia": pase señorita, está abierto… Cuáles son los horarios del museo? (yo sin demasiadas ganas de franquear la puerta) Bueno, mañana vuelvo mejor… (la excusa de siempre).

Lluvia cae en chispas. Otro día de agua frente a la Municipalidad. Esperamos que el santo San Francisco Solano salga a bendecirnos. Muchas personas bajo una lluvia fina y molesta esperamos un saludo santo. Quien me viera, a mí que no soy creyente, yendo a misas y esperando la bendición del tal santito. La gente se prepara sacando cámaras y filmadoras, probando la mejor toma, cuidando sus lugares. Niños a caballito, olor a grandes expectativas. Cosas que sólo puede lograr nuestro norte mágico.
En eso un grupo de personas mayores y las dos artistas plásticas que conocí en Tilcara me gritan: vení con nosotras, vamos a casa de Ramoneda, el museo!!!
Si, tal vez vaya en un rato… (yo, sin ganas ninguna de seguir un tour)

Estudio Museo Ramoneda

Día con promesas de sol. Caminando esa mañana me acuerdo de Ramoneda. Llego a la casa. Un cartel dice: concertar horario de visita. Golpeo la puerta y enseguida hablo con un hombre que me cita a las cuatro de la tarde. Porque a esa hora hago una visita guiada. A las cuatro entonces. Siesta reparadora, salgo muy abrigada, el frío ha sido intenso en Humahuaca.
Resulta que la visita guíada era sólo para mí, me imaginaba que habría otras personas, pero no, tenía un guía y un museo para mí sola.

El señor es muy amable, pero tiene algo de reservado, de resguardo, esa sensación me
da. Recorremos las habitaciones de la casa, que son ahora las salas del museo. Veo retratos del guapo y joven Francisco Ramoneda, fotos del grupo de artistas e intelectuales en el Café Tortoni, otra del artista con Benito Quinquela Martín (un gran artista de la Boca).
Observo pinturas con temáticas de la Quebrada de Humahuaca, otras de Buenos Aires, esculturas de artistas conocidos y muchas fotos de la vida del artista.
A medida que avanzamos, la charla se hace más fluída, le cuento que también soy artista plástica y el suelta al pasar que es el hijo de Francisco.

Que revelación me ha hecho, que tonta, pero me siento noqueada. Entonces, los niños posando en la ventana que mira al jardín, con esa parra de fondo, son usted y su hermano. No lo puedo creer. Me cuenta que una vez su padre había salido de viaje y él, pequeño, ensayó una mancha expresionista sobre la última obra. Esperaba el más duro castigo, pero al observarla su padre sonrió complacido y le regaló sus primeros materiales de trabajo. Serás artista.

Hablamos de muchas cosas. Creo que los dos nos emocionamos bastante. Nos queda la última sala. Ahí está su propia obra. Me entero que Luis es un artista muy reconocido, profesor y rector por años en la Universidad de Rosario. Me cuenta de sus muestras, de sus amigos en Europa. Su obra es impactante, muy diferente a la de su padre, con una importante abstracción y color saturado.
Habla de la amistad de su padre con José Antonio Terry (el artista de Tilcara), de que a este museo han querido declararlo Patrimonio Nacional, pero el se ha resistido porque el sitio es también su casa y de sus hermanos. Perderíamos los derechos a favor del Estado… (recién tomo noción de que es casa, museo, y él su director).
Si en algún momento quisieran llevar las obras de mi padre a algún museo de Buenos Aires no lo permitiría... este es el lugar donde él quiso que estuvieran.

No le gustan las fotos. Y lo comprendo. Un lugar público y a la vez íntimo. Me deja sacar unas pocas a las salas, sin detalles. Me regala un catálogo de su última exposición.
Nos despedimos con la mano. Esta visita me ha dejado conmovida. Ha sido un placer.
El sol ya pega fuerte en Humahuaca. Me voy desprendiendo de los abrigos, sintiendo las calles de piedra bajos mis pies.

BAJO CIELO PALERMITANO

Situación

En un miércoles soleado de diciembre, entre la mañana casi perdida y una tarde calurosa, se ven reflejos coloreados en ese cielo completamente despejado.

Palermo Soho no se encuentra en Italia ni en New York. Palermo Soho es un barrio bien porteño, aunque la condición de serlo, sea algo así como un patchwork con retazos de todo el mundo. En sus estrechos pasajes conviven el arte libre y espontáneo, los stencils sin estrenar, los aerosoles en mano. Las puertas se transforman en obras informales. Las casas abandonadas se miran con las magníficas residencias ocultas por altas puertas y paredones coloridos. Cuelgan banderines como esperando un carnaval de máscaras y espumas. En los callejones palermitanos se camina a otro ritmo. Un ritmo que privilegia la mirada atenta, el detalle, la cámara presta, la multiplicidad de tomas.

Aquí se rinde un culto extremo a la creatividad, la originalidad. Palermo Soho es sibarita, le gustan los platos exóticos, los ambientes exclusivos, los bares donde el arte se mezcla con los licuados. De vuelta los “ramos generales”: se compra ropa, se escucha música, se adquiere el CD, y luego se descansa tomando un trago sin moverse del sitio.

Flashes

La belleza está en los contrastes: En la esquina de Costa Rica y Jorge Luis Borges, Gardel vestido de blanca y negra intemporalidad disfruta de un helado. Un turista oriental se pierde y se encuentra. ¿Le habrá preguntado cómo llegar?

Nuevas formas de comunicación:
Una tapa del medidor eléctrico es una especie de pizarrón donde los adolescentes dejan sus mensajes de compra y venta, recitales, o un remissero o un gasista. En un carrito cafetero se ofrece una cocina Longvie, muy buena de tres hornallas. Sólo se trata de expresar. Marketing gasolero.

Naturaleza o civilización: Aún en medio del cemento una casa añora ser bosque y lo hace sin dudas ni reparos. Sólo puedo imaginar a los insectos y pequeños reptiles queriendo penetrar en la residencia. Alambre tejido, por favor.

Arte y Psicoanálisis:
Dicen que donde hay un argentino, el psicoanálisis anda cerca. Sólo puedo decir que todo es un arte. En las paredes de Palermo está dicho: Si quiero evoluciono. Si quiero no fumo. Si quiero te declaro mi princesa. Todo está en querer. Que simpático. http://www.arte-psicoanalisis.blogspot.com/

Algunos fantasmas:
Un colectivo inglés de dos pisos se mueve por el Soho anunciando Chelsea como destino. Viajes mentales, imaginarios, viajar como sea. ¿Qué es lo que no se ve en Buenos Aires?

Conceptualismo y confort:
¿Cuánto podría costar ese blanco sofá lleno de pintadas fluorescentes? No lo sé, pero es seguro que mi padre no lo compraría. El lujo tiene pensamiento e intelectualidad por estos lares. Creían que era sólo cuero y buena madera?

Instrucciones para andar por el Soho (palermitano)

Llevar un ritmo lento como si siempre fuera verano.

Cargar un par de pilas extra, las postales son únicas.

Recargar energías en un bar al aire libre.

No dejarse marear por tanta creatividad.

¿Cada sitio tiene su propio cielo?

Si el cielo fuera un espejo sería un cielo particular. Reflejaría ese barrio, esa ciudad, ese río, ese desierto y a nosotros mismos caminando entre nubes, los coches rojos contrastarían perfecto con el azul turquesa del verano. Los caminantes nocturnos podrían pasear por las calles esquivando estrellas. No lo sé. Ideas que me abordan caminando por Buenos Aires.

domingo, 23 de mayo de 2010

EL PARQUE CABAÑAS

En otras épocas parece que era bastante común que las personas de buena posición económica su fabricaran su propio oasis de verdes, agua, cielo azul y aire puro en la ciudad de Tres Arroyos.
Es el caso del Parque Miedan, que lamentablemente ya no existe, el del Parque Cazalás, que alberga a la Agrupación Boy Scouts y el del Parque Angel Cabañas más conocido y visitado los fines de semana por muchos de mi ciudad.

El Parque ideado por Angel Cabañas, era su oasis personal, su bosque privado. Igualmente autorizaba a los vecinos de la ciudad a visitarlo. Hace unos 50 años el Parque fué cedido por sus familiares a la Municipalidad de Tres Arroyos.


Se llega al Parque desde la Avenida Libertad, donde hace muy poco han construido enormes ramblas parquizadas, con un camino pavimentado ideal para deportistas de todo tipo que aprovechan este paseo para oxigenarse, ejercitarse y darse una vuelta por el Cabañas.
Conozco el Parque desde muy chiquita, era el paseo obligado de los domingos, algunas veces con mis viejos y muchos en amigos en bicicleta, con el mate y la torta, alguna vez un asado, las hamacas volando bien alto, el paseo por el arroyo, el zoológico!!!! antes había uno, con varias especies de aves, nutrias, guanacos, avestruces, llamas, un puma en un foso que era un espectáculo que no podíamos dejar de mirar con bastante impresión por ver al pòbre animal dando vueltas ahí abajo y otros tantos más que ahora no me acuerdo.
Los juegos en la Isla artificial, donde podíamos ser piratas malvados o sobrevivientes de un naufragio, saltando, subiendo y bajando hacia un lado y otro de la isla ( en ese tiempo nos parecía enoooorme) ahora cuando la veo después de años me dá risa que fuera un mundo alguna vez.
La pileta llena de agua salpicando y chicos entrando y saliendo en verano, el picadito de fútbol en un abra, la pesca de mojarritas en el lago, la sirena sonando insistente para avisar que el día acababa ( a las seis en invierno a las ocho en verano) , la salida por el caminito interminable, la fila de autos, el sol como una explosión de luz por entre los árboles oscuros.

Una galería entre los árboles

Una hermosa idea de Karina, la de una muestra en el Parque con la temática del árbol y el bosque..... "Por amor al árbol".
La escuchó por ahí, la tomó prestada y encendió su lamparita....
En mi ciudad los circuitos del arte son muy tradicionales, el Museo Mulazzi, el de
Bellas Artes....
desde hace un tiempo un grupo de artistas ha empezado a llevar el arte a la calle y a sitios alternativos donde pueda ser vistos por todos y no necesariamente colgados con un clavo y entre cuatro paredes.
Surgió así El Vagón de los Nadies donde un grupo artistas circenses hacen sus malabares, teatro alternativo, exposiciones y Varietes donde se muestra un excelente arte pero para nada convencional.
También se están desarrollando Ferias de Diseño en locales céntricos y otros lugares alternativos, donde se ofrecen producciones originales, muestras artisticas y otras actividades relacionadas con lo cultural, pero más a la mano de la gente.... de forma más accesible.

Por eso este sábado me dirigí hacia el Parque, anduve caminando entre los árboles y el invernadero, entre las obras que confundían arte y naturaleza...
Bosques azules, delirantes, cascadas entre la vegetación, caras asomando en las cortezas, caminitos entre los troncos, las obras ahí mezclándose con las sombras de las ramas, transfórmandose, mutando con el correr de la tarde.
Sacando fotos al "árbol boxeador", recuerdo de Harry Potter, ahí con sus ramas brazos, protagonista perfecto de La Leyenda del Jinete sin Cabeza o El Señor de los Anillos.
La tarde estaba cayendo y había que emprender la retirada, Nora una expositora quiso alcanzarme en su auto, le dije que prefería caminar, hacer el paseo... me miró incrédula y dijo: "si te arrepentís avisame".... de ninguna manera, jajajja, soy bastante ducha en caminatas....
Volví por el caminito eterno viendo como el sol se escondía y volvía a aparecer entre los árboles, contenta de que el arte salga hacia afuera, hacia los árboles
(naturaleza y arte que nos hacen tanto bien), luego tomé la rambla, el aire ya soplaba refrescante.... caminando y caminando me encontré con el Monumento al Payador y más adelante con el Avión de José Volponi, héroe muerto en Malvinas y les saqué fotos pensando ya en escribir este pequeño diario.

Este fué un paseo típico de mi ciudad Tres Arroyos... espero les haya gustado

LA BELLEZA NO ES FÁCIL

Mi sueño

Desde que tengo noción sueño con llegar a Machu Picchu, pero no de cualquier forma. Me imagino llegando desde las montañas, caminando, ascendiendo, descendiendo, entre la selva, la profusión de verdes y hojas enormes, esa humedad que le dá a las cosas la pátina de un sueño. Machu Picchu es como una aparición fantástica ante mi mirada. En el sueño, sé que voy hacia ese lugar, pero sin embargo, quiero la sorpresa de la visión que se impone mágicamente. En el sueño, nunca ví un tren o un colectivo. Debe ser porque siempre valoramos más lo que nos cuesta su buen esfuerzo, lo que no se nos regala.

Plan

La idea original y planeada por mucho tiempo,era hacer el camino alternativo de Santa Teresa, que consistía en partir de Cusco hacia el pueblo de Santa María, luego a Santa Teresa y desde ahí tres horas de caminata por las vías del tren hasta Aguascalientes... Y a dos pasos de Machu Picchu!!!! Este plan era el que mejor se adaptaba a mi sueño y a mi bolsillo. Manos a la obra: preparar la mochila, comprar algunos víveres, encontrarme con Quique (el también quería hacer ese camino y nos encontramos por ese motivo), taxi hasta la Terminal de Paso de Santiago, boleto para las 19 30, Empresa Ampay y hacia Machu Picchu!!! Todo sobre rieles: el plan ya está en marcha.

Pero en marzo todavía estamos en época de lluvias y para nuestra sorpresa el colectivo se detuvo a las 11 30 de la noche cuando estábamos a dos horas de nuestro primer destino. Nadie entendía nada, medios dormidos, nos dijeron que un derrume habia bloqueado la ruta. Cerraron la puerta del colectivo y no nos quedó otro remedio que dormir. Cuando amaneció, abrieron la puerta, salí, y pude ver que una montaña de piedras y tierra se había adueñado de toda la ruta. Encima era domingo, un día complicado para que los obreros de vialidad se pusieran a trabajar. Enseguida aparecieron y comenzó la tarea, pero a las horas no se veía ningún avance, seguían cayendo piedras y se había armado un embotellamiento digno de una película. Al
mediodía dejaron de trabajar, el pronóstico era otra noche durmiendo en el colectivo, encima del caos de vehículos, empezaba a llover...

Un montón de piedras obstruían el camino hacia mi sueño...

Le dije a Quique agarremos las mochilas y vamos hacia atrás a ver si algún coche nos levanta... así lo hicimos... los autos maniobraban, se escuchaban muchos bocinazos, desesperados querían escapar... los que estaban más atrás no sospechaban lo difícil de la situación, tranquilamente jugaban al fútbol y un grupo de chicas se habían armado la carpita. Luego de esperar un rato nos levanta un taxi, con una pareja y su hijo... que bueno!! al fin salimos de esa!! Nos dejan en Ollantaytambo... desde ahí sale el tren hacia Aguascalientes... pero yo no quería pensar en la posibilidad del tren, mi plan era tan diferente!!! Pero lo pienso un rato... mi objetivo primero es llegar a Macchu y esta es ahora la única opción... A tomar ese tren entonces!!! Machu Picchu se estaba haciendo el difícil...

La belleza no es fácil

La belleza no es fácil. Construir belleza. Llegar a la belleza. Percibir belleza. En mi sueño no era fácil, en la realidad tampoco me estaba siendo fácil. A mi entender la belleza se consigue con sabiduría, creatividad y mucha pasión y ninguna de estas tres son gratuitas. Quienes construyeron Machu Picchu sabían que estaban haciendo belleza, la hay en cada piedra, en cada junta, en cada perspectiva, en el entorno colosal y profuso. En ese microcosmos perfecto que forman la arquitectura, la montaña, la selva y el cielo. Estos hombres morenos y obstinados hacían belleza y no querían facilitar su acceso, sabían que semejante aparición era un regalo sólo para ojos tenaces

Y preparon un mirador para la contemplación de ese espéctaculo desde las alturas: El Huayna Picchu, una escalera tallada en una enorme montaña. Su ascenso es dificultoso, entre 2 30 y 3 horas lleva subir y bajar de él. Los que suben jadean, los que bajan jadean... pero nadie quiere perderse esta vista maravillosa.

Las fotos no alcanzan

En Macchu Picchu y con mi cámara en mano, me dí cuenta de que las fotos no sirven, las palabras no alcanzan... como explicar lo que se siente al entrar en contacto con esta maravilla hecha por los hombres. Lo que yo ví y sentí en ese momento no puede salir en ninguna foto: Sentí la fuerza milenaria de los hombres que la levantaron, en cada montaña, en cada piedra. Me sentí chiquita y enorme al mismo tiempo. Me ví observando ese conjunto ideal y al mismo tiempo formando parte de él. Sentí que la fobia a las alturas desaparecía porque esas alturas me sostenían. Sentí que estaba en el medio de mi sueño pero con los ojos bien abiertos Sentí que la belleza no es fácil, pero cuando llegás a ella y lográs percibirla en toda su magnitud, ella te agarra, te absorve y te hace formar parte de ella.

Efectos de Macchu Pichu

He escuchado a mucha gente decir que el lugar no es tan impresionante como parece, que no es tan increíble... Otros que han sentido una profunda emoción y deseos de llorar. Que el agotamiento desapareció por completo al contemplar algo tan maravilloso. Y es que yo creo que la belleza no es fácil y no se deja percibir así nomás, hace falta un abandono, un renunciamiento del ego, de la persona como centro. Para llegar a ella es necesario fundirse, entrar en comunión con ella.

Lo sublime de la belleza

Y al pensar en Machu, recordé algo que habíamos visto en la facultad... este lugar no es pintoresco, no es lindo, es algo más... algo que excede la razón, un sentimiento complejo mezcla de admiración, respeto, miedo por algo que desborda nuestra comprensión. Algo divino y un poco monstruoso al mismo tiempo. Como una obra de los dioses construída por hombres divinos; Machu Picchu guarda su belleza en el medio de la montaña, pero no la regala; sabe que sólo algunos se abandonarán de tal forma que conseguirán formar parte de ella.

La vuelta

Después de dos días supusimos que lo del derrumbe ya se había solucionado y conQuique nos mandamos por la ruta alternativa. Nos levantamos temprano, desayunamos en el mercado de Aguascalientes y como llovía torrencialmente, hicimos un poco de tiempo. Cuando aflojó, emprendimos el camino por las vías, total teníamos nuestras capas para cubrirnos. Seguimos el trazado por el lado contrario por el que habíamos llegado de Ollantaytambo. Un camino hermoso, con una humedad que se apoderaba de todo, hojas grandes y un río que corría por el costado. Muy pintoresco, pero con su corriente ensordecedora, nos dificultaba escuchar la sirena del tren; y dos veces tuvimos casi que tirarnos para el costado porque la locomotora se venía encima. En el trayecto nos cruzamos con un grupo de vascos, un barcelonés y un alemán a los que yo les había explicado el camino alternativo. Reveses de la vida ellos lo estaban haciendo y yo no había podido. El recorrido fué muy lindo, salvo por un pequeño
accidente; Quique metió la pierna en un pozo bajo los durmientes y se golpeó muy fuerte la rodilla. El viaje de 2 30 horas se alargó más de lo previsto. En unos puestos cerca de la Estación Hidroeléctrica tomamos unos mates de coca, para recuperar energía y buscamos un taxi que nos llevara al pueblo Santa Teresa. Ahí, mientras esperábamos saliera la comby para Santa María, Quique se hizo ver la pierna. Hicimos el viaje a Cuzco, en otra comby en Santa María. El conductor, se empecinó en enseñarle quechua a un chileno que iba a su lado, así todo el trayecto. Me quedaron algunas palabras. Esta fué mi aventura en Machu Picchu. Se hizo desear. La belleza no es fácil. Pero vale la pena el esfuerzo.

martes, 18 de mayo de 2010

EL VALLE QUE GUARDA LOS SUEÑOS

Parece que el destino se ha empeñado en que yo no publique este diario. Primero, dejé la libreta donde estaba escrito, abandonada en un teléfono público de Miraflores. Volví a reescribirlo y en el momento en que estaba listo, cuando podía hacerse real, me robaron la cámara con las fotos del Colca descansando en su interior. Acobardada me decidí a olvidarlo... pero no me dejaba en paz, parece que quería salirse fuera... Me decidí a sacarlo sin fotos, el diario estaba escrito en base a ellas, pero mis fotos ya no están... espero que algo de mis palabras remita a esas imágenes que ya no están... pero que sin embargo se resisten a desaparecer del todo.

El Valle del Colca

Cuando comencé a recolectar información para el viaje siempre que se mencionaba a Arequipa, inevitablemente era en relación con el Valle o el Cañón del Colca. No sabía bien que me podía encontrar en este lugar pero las palabras eran prometedoras y en mi estancia por Arequipa sería un crimen si pasaba por alto este tan famoso lugar.

Me despedí de Arequipa, de sus plazas, iglesias, blancas construcciones de piedra sillar, de su enjambre de ticos (taxis) que inundan las calles convirtiéndolas en ríos amarillos y fundamentalmente de la postal de la ciudad desde el Puente Bolognesi con el Misti de fondo como un gigante dormido.

En el mismo Hostel Arequipay Backpackers le pedí a Evelyn que contratara la excursión de dos días que cuesta en casi todas la agencias alrededor de 20 dólares, y me entregué a la travesía por el tan nombrado valle. Confieso, no sé por que, sin demasiadas expectativas.

Comenzamos el tour con la descripción de la zona: Arequipa está en medio de un desierto costero, se la llama la "Ciudad Blanca" por su construcción en sillar y también se la conoce como la ciudad de los Volcanes, con el Misti, el Chachani, el Pichu Pichu y el Ampato como los más importantes. En este último fué encontrada la momia Juanita, congelada y en excelente estado de conservación.

Pasamos por la Reserva Nacional Aguada Blanca, que fué creada por el gobiernos con el fín de proteger a los camélidos andinos. La guía María Eugenia, habló largo rato sobre ellos y tratamos de establecer la diferencias: Las vicuñas tienen el el cuello largo y fino y un caminar elegante. Su pelo es el más caro del mundo y es muy corto. Las llamas tienen la espalda recta y el cuello erguido. Las alpacas son parecidas a los camellos. Su cuello apunta hacia abajo y su espalda es como una joroba. Tienen el pelo más largo El guanaco tira las orejas para atrás, escupe y la escupida mancha la piel. Las únicas que se domesticaron fueron las llamas y las alpacas. Bajamos a mirarlas de cerca y sacarles fotos.

El campo de los deseos

En Patapampa, llegamos al punto más alto del recorrido, la guía, explicó la costumbre de mascar hojas de coca y recomendó que la probarámos para contrarrestar los efectos de la altura. En este lugar hay campos de apachetas, pilas de piedras que originalmente eran ofrendas a los Apus, pero hoy día se las levantaba para pedir deseos. Bajamos y luego de fotografiar algunas, me dediqué a recoger las mejores piedras para que mi apacheta sea lo más fuerte posible. Levanté mi "estrella fugaz" y sólo le pedí encontrar mi destino. Cuando subimos al colectivo pude observar el campo de apachetas en toda su extensión. Increíble que unas simples pilas de piedras formen un gran campo de anhelos y sueños.

Cuando por fín entramos al Valle, pude ver maravillada un enorme oasis de verdes, amarillos y agua en medio del desierto. Pastores, vacas, burros, pequeñas cascadas, flores, montañas, quebradas y cielo. Siempre pensé que los paisajes bucólicos eran exclusivos de los cuadros y las postales, pero ahora lo estaba viendo en vivo y en directo y con mis propios ojos. En este valle hay numerosos pueblitos que parecen detenidos en el tiempo, dedicados a la producción de cereales, animales y frutas. Se puede admirar el sistema de terrazas de cultivo que se remonta a los tiempos incas, como un inmenso rompecabezas de verdes, marrones y amarillos. La entrada a la Reserva del Colca cuesta 35 soles.

Chivay

Llegamos a nuestro pueblo, Chivay. Una parte del tour se quedaría aquí y otra iría para el pueblo de Yanque. Hora de comer. La guía propuso un buffet de 15 y otro de 20 soles. Pregunté si había otra opción y sin demasiada energía me contestó que el mercado podría ser u otros lugares. Un grupo formado por padre e hija argentinos y una gallega pasaron a mi lado y me dijeron: ¿vámos al mercado? Vamos. Elegimos un puesto en el que servían un tentador pastel de papas, huevo y queso, truchas, carne de alpaca y nos sentamos frente a unos suculentos platazos. Grande nuestra sorpresa cuando vimos llegar a los del tour uno atrás de otro y enseguida ocupar todas las mesas del mercado. Comimos por 4 y 6 soles con gaseosa incluída. El buffet terminó en un fracaso.
Con los estómagos llenos partimos para nuestros hoteles. El siguiente programa serían las Termas de la Calera. En el hotel me bañé y decidí que no iría a las termas, aprovecharía para recorrer Chivay con mi cámara en la mano. Como una alumna que siempre contradice al profesor, le dije a María Eugenia que no iba a la Calera; frunció el ceño y me dijo que a las 7 nos encontrábamos para comer.

Caminando Chivay

Ni bien empecé el paseo, Chivay se convirtió en miles de postales y yo estaba dispuesta a capturarlas a todas:

Un pastor con gorra azul, balde amarillo con pasto y un manto roja en su espalda, camina por una callecita detrás de sus vacas.

Una cruz enorme dibujada en el pasto de una montaña como fondo del pueblo.

La plaza principal y su bonita y blanca iglesia. Enfrente, en un portal, una nena mirando a los que pasan.

Un metálico angelito juega al carnaval. Chorros de agua en la fuente de la plaza.

Un negocio azul y oro que invita a una Inka Cola y recuerda a una bandera de Boca Juniors.

Un callejón y grupo de chicos jugando a la bolita. Discute. Se mueven. Observan. Toda una cuestión de estado.

Una calle con una fila de taxis triciclos estacionados. Uno de los dueños me grita: la foto del mío vale un dólar!!!. Es muy caro le digo, y sigo.

Una callejuela periférica. Mucho verde. Muchos árboles. Al costado un río. Una señora sale de su casa. Que lindo es esto!! le digo. Sí, muy lindo, me dice y entra al verde. Va al baño.

Un cementerio con el hermoso fondo de montañas. Gante con baldes y flores. Me asomo y saco fotos.

Rosa y Roxana, sentadas en la vereda. Danos algo. Les doy una moneda. ¿Qué se van a comprar? Lápices. ¿Les gusta dibujar? Les saco una foto. Veo sus caritas asombradas mirando la pantalla de mi cámara.

Cuatro burros cruzando la calle. Un chico con su mochila vuelve de la escuela.

Comida y bailes típicos

El programa nocturno consistía en una cena show en un restaurant turístico. Sin demasiado entusiasmo me preparé para ir; si me quedaba iba a confirmar mi fama de contreras. Pedimos la comida. De fondo un grupo de hermanos tocando música autóctona. La diversión empezó con la pareja de baile; dos jovencitos, ella altiva y orgullosa, él tímido y gracioso. Empezaron con el Baile del Amor, donde el lleva su cara cubierta para engañar al padre de la novia. Luego vino un baile que representaba una enfermedad; con una fruta aparentemente envenada, con caída al piso, convulsiones y latigazos para entrar en razón. El baile de ofrendas a la tierra, la Pachamama y otro más de ciudad originario de Arequipa. Lo cómico de todo esto fué la participación de todos nosotros en los distintos bailes, que terminaron en una gran ronda por todo el salón, con risas de fondo y las caras cómplices de los bailarines. El final fué con cumbia. Y a dormir. Fué toda una fiesta: la danza, la música y los bellos trajes bordados integramente.

Tumbas y cóndores


A la mañana siguiente nos levantamos muy temprano: iríamos al Mirador La Cruz del Cóndor en el Cañón propiamente dicho a ver el vuelo de estas aves. Los cóndores viven en las paredes del cañón y sólo salen a buscar comida y preferentemente cuando está soleado, porque se dejan llevar por las corrientes de aire caliente. Sólo en estas condiciones los veríamos.


En el camino pasamos por las tumbas colgantes de tiempos incas. Obstinadamente excavadas en la alta y empinada pared de la montaña. Parece imposible que estos hombres antiguos se tomaran tales trabajo para que sus muertos estuvieran más cerca de los dioses.

Llegamos al Cañón. Bajamos muy abrigados. La mañana estaba muy fresca. Caminamos por una vereda que bordeaba el Cañón. Media hora aproximadamente hasta el mirador. Nos íbamos desprendiendo de los abrigos en el trayecto. Tal vez tengamos suerte. Antes de llegar una pareja de cóndores pasó planeando muy rápido. Sobrevolaban muy cerca de nuestras cabezas expectantes y desaparecían. Al rato aparecían otros, nosotros todos esperando, con las cámaras encendidas tratando de obtener la mejor toma. Y ellos ofreciendo el espectáculo de su vuelo indiferentes a la multitud de cámaras y cabezas. Increíble regalo de la naturaleza.

Volvimos nuevamente a Chivay pero por otro camino. Hora de comer, parada obligatoria en el mercado. El micro nos esperaba en la plaza donde una mujer con sus hijos daban leche en mamaderas a tres alpacas bebés. Postal de despedida. Paramos en el pueblo de Cabanaconde, donde al lado de la iglesia, vecinos con sus trajes típicos posan con sus halcones ofreciendo fotos a los turistas.

Antiguamente colcas eran recipientes donde se guardaban los productos de la tierra. Yo digo que el Colca es el Valle que guarda los sueños.

Despedida de Arequipa y Johny


Una noche más en Arequipa y a Lima. A sacar pasaje: fuí a la terminal en taxi y volví en colectivo. Me faltaba conocer el mercado; iba a recorrer y a comprar algo para comer. Al mercado entonces, por calle Consuelo. Mirando panes y frutas, un chico me ofrece sus pulseras hechas en macramé. No puedo comprar le digo. Me ofrece sus servicios como guía. Está estudiando. Me dá su mail; dígale a sus amigos. Me pregunta que hago, a que me dedico. Dibujo y pinto. Se le enciende la lamparita. Luego de un rato me convence de ir hasta el hostel que está preparando su hermana para aconsejarlo sobre las pinturas de las paredes. Quieren pintar imágenes: a los turistas les gusta, me dice.

Llegamos, un rato largo discutiendo sobre colores, motivos y procedimientos. ¿Qué color pondrías acá? le pregunto. Es muy inteligente; saca sus pulseras y las observa: pondría un lila. Me despido de su hermana Carla que me ofrece quedarme con ellos ayudándolos. Johny quiere devolverme el favor mostrándome su ciudad... es tarde.. estoy apurada... pero es obstinado y se sale con la suya. Caminamos por el Puente Grau, me habla de las piedras y los árboles. Seguimos hacia el Mirador de Yanahuara. Paramos en un puesto donde un mujer fríe "picarones", unos buñuelos con anís y almíbar, me invita y luego yo pago unas gaseosas. Luego miramos la ciudad desde arriba. Después sentados en los Claustros de la Compañía me habla de los Incas y el orígen de Arequipa. Me tengo que ir. Me despido de Johny; ha sido muy lindo encontrarlo. Prometo escribirle para ver como va el tema de las pinturas. Y ahora sé que nunca lo haré. Dejé la libretita en un teléfono, con el mail de mi amigo y la primera versión de este diario.

Cuantas cosas perdidas. Cuantas cosas que nunca se perderán.

POR MIS CAMINOS INTERNOS

Este no será un diario muy descriptivo, no tendrá datos sobre excursiones, horarios de salida, de llegada, direcciones de hoteles ni nada de esas cosas. Creo en los viajes de todo tipo, reales, imaginarios, internos, de muchos kilómetros... y éste es precisamente un viaje hacia adentro, hacia el pasado y el futuro al mismo tiempo; pero más que nada un viaje hacia lo impensado, hacia la idea de que cualquier cosa puede ser posible si estamos preparados y dispuestos, si confiamos en la casualidad y en el destino.

Un número cada vez mayor de coincidencias

Los viajes no empiezan en el momento en que partimos con la mochila llena en un taxi hacia la Terminal. Comienzan en cualquier momento, cuando un detalle, una revelación, empieza a trabajar en nosotros y esa idea prende en nuestras ilusiones.

La Novena Revelación, un libro de tapa verde, escritor yanquee, literatura metafísica o new age o guiso de filosofía, psicología y posibilidades de evolución del ser humano. Escritura sencilla, directa, un aire a la Colección "Elige tu propia aventura", vive tu mismo la acción emocionante y de paso aprendes muchas cosas, jajajajjaaj, algo de eso.

La historia: un tipo, un yanquee que de repente encuentra a una amiga que le comenta que acaba de llegar del Perú, y que justo ahí están apareciendo manuscritos que contienen Revelaciones, son nueve en total, que hablan sobre la evolución espiritual del hombre. El tipo deja a su amiga y por una serie de coincidencias decide volar a Perú para ver de cerca esos descubrimientos.

Al leerlo deseé ser el tipo que tomaba ese avión y ahí comenzó mi viaje. Hace más de 10 años de eso.

El libro habla de las coincidencias, éstas no son sino causalidades, al hacernos conscientes de ellas, empiezan a señalarnos un camino.

En abril o mayo del 2007 comienzo a planear mi viaje a Perú.
Pasan cosas, voy a un Seminario sobre Pensamiento Cuántico (qué es eso??? Ni yo misma sé bien que es todavía, jajjajajaj) Se producen muchas revelaciones y La Novena Revelación vuelve hacia mí desde La Plata después de mucho tiempo de haberla leído.

Y es simplemente eso, empiezo a ver las casualidades, todos los días pasa algo que me habla y dice sobre Perú, libros, gente, televisión, imagénes.

Y empiezo a amasar este viaje.

Bolivia también existe

Comienzo a mirar mapas, calcular distancias, hacerme de repente en esos rincones del planeta. ¿Para llegar a Perú hay que pasar por Bolivia? Por supuesto... a menos que salga volando de Argentina y para volar todavía no soy pájaro...

Y me doy cuenta que Bolivia está ahí... empiezo a considerar Potosí, Sucre, me entero que hay un Salar y ohhh el Titicaca!!!! El lago más alto del mundo y una "Isla del Sol"!!!!! Qué emoción!!!! Sí, definitivamente también Bolivia.....

Iván

Y mirando el diario una mañana veo a Evo con la bandera boliviana por detrás y ese colorido me recuerda a Iván, compañero de la secundaria, llamado cariñosamente "el Bolita" (somos bravos los argentinos eh?? Jajaja) amigo muy querido de "los más" por mí en esa época y de quien he perdido el rastro hace por lo menos 12 años. Tengo que verlo, encontrarlo y visitarlo en Bolivia, se vuelve urgente, imperativo hacerlo.

Busco en Internet varios días, Iván Zúñiga, pruebo de varias formas, pongo médico, miro en ciudades, nada. Pienso en encontrar a su madre, no me acuerdo bien su dirección, pienso en otros compañeros, alguna forma habrá... Cuando de repente y sin buscarlo se me viene a la cabeza su segundo apellido: Iván Zúñiga Moscoso.

Y ahí está... aparece su nombre, se materializa, vuelve a ser alguien real y contundente para mí. Le escribo, me responde, ambos maravillados por el prodigio, por lo impensado. Voy a Bolivia... Qué bien Gina (así me decía) acá te espero... estoy con mi familia en Santa Cruz de la Sierra.

Y así un poco mareada, sorprendida, me dí cuenta que el viaje se estaba organizando sólo, las coincidencias me llevaban y yo debía dejarme llevar.

Saliendo de Sucre

La partida de Sucre no fue sencilla, no una más. Ahí me separaba de Marcela, mi compañera de viaje desde Tucumán, a partir de ahora seguiría sola. Una sesión de depilación que fue un fiasco, mis piernas ya no aguantaban, jajaja, Iván me dijo, acá hace mucho calor, hay piletas, traete malla. La odisea de encontrar en Sucre alguien que utilizara cera, jajajja, y cuando lo hago me entero que la encargada hacía como tres años que no la trabajaba. Entré en pánico... el colectivo salía a las 5 30 de la tarde y ya me veía perdiéndolo por una... depilación!!!!! Agarré el palillo y empecé a trabajar a 8 manos, Jimena me miraba entre divertida y avergonzaba y me dejaba hacer.

A la hora señalada tomé el micro de la Empresa Trans Copacabana por 50 bolivianos a Santa Cruz de la Sierra. Un viaje largo y pesado, la gente durmiendo en el piso, la otra gente intentando no pisarlos, algún gritito de repente, el contacto con el calor, lo tórrido de la cercanía con la selva. En los colectivos no hay baños, pero ahora parábamos en el medio de la ruta y bajábamos ante el grito del chofer: A DESAGUAR!!!! (jajaaja y.... si no queda otra...) y cada uno a improvisar su propio bañito.

Llegando a Santa Cruz

Llegamos a la mañana temprano y ví las palmas, la profusión de verdes, las casitas más coloridas de los barrios alejados, el calor y la humedad y me sorprendió nuevamente el cambio repentino de paisaje, casi brusco, que comprendí se dá en estos países de los Andes, la costa, el desierto, la sierra, la selva.... De un momento al otro, otro mundo.

De la Terminal un taxi excesivamente caro 10 bolivianos (cuando en Sucre o Potosí pedían 3 o 4) me llevó al Hostel "Jodanga" ubicado en el Barrio de los Choferes y a dos cuadras del Parque Urbano. En el camino, el chofer me explico que la ciudad está organizada a partir de anillos que se disponen alrededor de la parte central.

El Hostel era otra cosa, nada que ver con los que habia visto hasta ahora, el más caro, 50 bolivianos (mi viaje fue muuuuuy gasolero) tenía pileta, desayunador, varias salas, una cocina impecable, un desayuno con tooooodo (que no tenía???) y gente que no hablaba castellano. Esa fue mi decepción primera... sentada desayunando, los grupos conversaban, inglés, francés, holandés y yo sola como loco malo, tratando de captar alguna palabrita al vuelo, de que alguien me viera ahí, jajajajjaa.
Llamé al celular de Iván, nada, varias veces. Era domingo, el teléfono del trabajo no iba.

Bueno, me voy al centro a recorrer un poco. Llegué caminando cerca del mediodía, todos los negocios cerrados (ley de la selva... de los grados centígrados???)
Compré empanadas y gaseosa comí en un banco de la plaza. Intenté de nuevo con el celular, nada.
Me voy al hotel, a la pileta, dije... no me quiero transformar en plástico derretido.

Un alambre de púa, un amigo perdido y palabras que no entiendo


Por qué Santa Cruz se parece tanto a un laberinto??? Camino, sofocada, en una de esas veo algo así como un restaurant estilo oriental, magnífico, muy llamativo, cámara de fotos, quiero una mejor toma!! Me voy hacia atrás, un jardín pequeño en una esquina... salgo bruscamente y me clavo completito un alambre de púa en el pié, ayyyy, quedé clavada en esta esquina, yo no me lo saco... quedaré aquí para siempre.... En esas veo un hombre que cruza la calle y viene hacia mi, atrapada, inmovilizada, ohhhh. Es mi ángel salvador, se las ingenia para sacar todas las puntas, le agradezco enormemente, no sé que hubiera hecho sin él y salgo como si nada hubiera pasado.

Pero que valiente ni que nada, empiezo a marearme cada media cuadra y tengo que tirarme al piso, me siento de lo peor, quien me mandó a hacer este viaje... digo yo!!!! Calor, mi pie inutilizado, mi amigo perdido, tratando de encontrar el hotel en ese laberinto... por que la vida es tan mala conmigo??? Jajajjaja fue horrible...

Todo se encarrila

Encuentro por fín el Hostel, en la pileta a un vasco para practicar al fin el castellano, me hago amiga de un yanquee y un francés, una cerveza con la comida y la vida no es tan terrible después de todo.
Al otro día recibo mensaje de Iván, me pasa a buscar para ir a almorzar a su casa. Lluviosísimo el tiempo en Santa Cruz, cuestión que no hice ninguna excursión hacia la selva.

Iván me saluda bajo un paraguas, nos reconocemos, sonreímos después de tanto tiempo. Buscamos a su hijo Nico en la escuela, almorzamos un guiso riquísimo, hablamos de los tiempos pasados, los amigos, de arte, del viaje, de su trabajo, vemos dormir a Huguito el más chiquito, hablamos con su mujer Giovanna que ha viajado a Tarija por trabajo, y así se hace real algo increíble, algo impensado.

Es él mismo, la misma sonrisa, la mirada pícara, pero también es otro, médico, padre, se nota más serio. Ahora estoy yo en sus tierras, me siento de la misma forma en que el se sintió seguramente al llegar a mi país, a mi ciudad. Y ahora creo en la magia.

Cuando planeé venir tenía muchos programas en este lugar: pensé en el Che, la Chiquitanía, las Misiones Jesuíticas, Samaipata y otros tantos lugares que están cerca, pero me dí cuenta que hay veces que conviene dejarse llevar, la lluvia constante, los incidentes ahora pequeños, la prioridad: ver a mi amigo... paseé muy poco por la ciudad, me pareció demasiado occidental, desparramada, mucho tráfico, calles de circunvalación, un calor y humedad constantes... me hubiera gustado salir de la ciudad, ver otros lugares, meterme en la selva, pero no era el momento evidentemente. Ya habrá tiempo para volver.

El viaje a Santa Cruz fue de otro tipo, debía encontrarme, con el pasado, con el presente, con la magia y con la idea cada vez más presente de que todo es posible.

Y de Santa Cruz volando a Cusco!!!!!... porque sus piedras me llamaron.

RÁPIDO, LAS PIEDRAS ME LLAMAN!!!


Viaje Relámpago


Desde Santa Cruz de la Sierra sentí el llamado. El grito había llegado hasta el chaco boliviano. Fue un viaje urgente, casi sin paradas.

Desde Santa Cruz a La Paz, donde no quise quedarme. Me asustó esa enorme metrópoli, me pareció inmensa, inmanejable, un hormiguero, una colmena, rara sensación. De la Terminal me fui a la zona el cementerio, donde salen los buses a Copacabana. Hice noche ahí. Hotel Sonia, a 3 cuadras de la Catedral.

Entré en contacto con la magia del Titicaca, hubiera querido quedarme, pero el clima estaba lluvioso. No quería quedarme con una imagen de las islas pasadas por agua. Al otro día salí para Puno.

Desde la combi pude ver al grupo de amigos rosarinos que había conocido en Sucre, con Lucía a la cabeza. Me acostumbré a ese tipo de encuentros extraños y causales durante el resto del viaje.

Al pasar la frontera decidí no quedarme en Puno, sino seguir directo hasta Cusco, previo pago de la diferencia. En el micro viajaban tres amigas de Buenos Aires con su mate a cuestas, así que pude sentirme más cerca de mis pagos.

Estaba a un paso de Cusco!!!!!!!! Sentía desde hace mucho tiempo el llamado de sus piedras, las de la ciudad del centro del mundo inca, ni más ni menos. Llegaba a Cusco cerca de la una de la mañana, sola, me sentía ansiosa. En la libreta llevaba direcciones de hoteles que me habían pasado. Elegiría una de ellas y hacia allí iría.

En el centro del mundo

Bajé en la Terminal medio dormida ese 14 de marzo, y en ese momento pensé en seguir a las chicas, pero apareció un muchacho con tarjeta de un hotel cuyo nombre no recuerdo y un taxi disponible. No debería haber hecho eso pero confié en su cara y lo seguí. Las chicas ya estaban subiendo a otro taxi. Muy tarde. Cuando entré en la habitación me dio un poco de opresión o depresión jajajajaja, el hotel no era muy bueno... Para pasar la noche y listo, dije. Hizo mucho frío.


Al otro día me levanté y despacito y casi en puntas de pie abrí la puerta y bajé por las escaleras. Abajo me esperaban Wilfredo y su mujer con un desayuno enorme, mundial, todo para mi sola: panes grandes y frescos, jugo, café con leche, revuelto de huevo, manteca, mermelada y fruta. Miré alrededor, no había más nadie, jajajaj y me puse a comer entonces con un poco de vergüenza por la cantidad.

Wilfredo me ofreció el City Tour para hacer ese día por 30 soles. Quedé en confirmarle más tarde, iba a recorrer un poco y a buscar otro hotel (no quería pasar otra noche ahí a pesar de la simpatía de sus dueños).
Así llegué al Pirwa, como yo quería dormitorios muuuy económicos me mandaron al de la Plaza San Francisco a 21 soles la noche con desayuno, Internet, tele gigante, muchos huéspedes. El panorama era un poco más alentador. Además debía encontrarme con Quique de Buenos Aires para hacer el camino alternativo a Machu y él había reservado en ese. Dos pájaros de un tiro.

Piedras de buena vibra y un peruano pero turista


Desde el Pirwa debía volver por la mochila y avisarle a Wilfredo que no tomaría el City Tour. En una de las tantas agencias de turismo de Plaza de Armas me lo habían ofrecido por sólo 10 soles!!!!! Tanto para hacer este como El Valle Sagrado es necesario comprar el boleto turístico que sale 75 soles.


Caminando y caminando por esas callecitas estrechas, escuchando esas piedras que hablan y gritan tantos siglos de historia, de pasión, de trabajo, de sangre. Que guardan en su interior tanta vibra, energía de la buena, que atrapa, encanta, hipnotiza al caminante, al ingenuo paseante, que no sabe demasiado bien por donde pisa. Mirando el mapa un poco, pero dejándome llevar, perdiéndome algo.

En una estrecha callecita un hombre señala algo, se sonríe, habla, casi actúa. Traje claro, morocho, muy elegante. "Estamos ante algo" dije. El hombre me reconoce, siente que lo he adivinado y comienza a hablarme: " ésta es la piedra de los 12 ángulos, maravilla de la ingeniería inca, estos antepasados originarios, cada ángulo representa a una de las casas reales y bla bla bla." Maravillado habla y habla de la piedra. En un momento me dice: "soy peruano pero soy turista, ehh?" Tal vez para diferenciarse pero también tratando de acercarse y mostrarme que estábamos en igualdad de condiciones. Me causó mucha gracia esa salida suya. Si encontré la piedra de esta forma, en Cusco todo debe ser sorpresivo, mágico, habrá que entregarse al azar, pensé.

City tour, Enzo y Benjamín


Le pagué a Wilfredo, retiré mi mochila, la deposité en el Pirwa y me fui a la Plaza a esperar por el City tour, este se hace todos los días a la 1 del mediodía y termina a las 7 aprox. Mientras me comía una empanadas noté que se venía la lluvia.

Al llegar al colectivo, rompió con todo. Estaban vendiendo capas de plástico y me compré una naranja, mi color favorito. Ya sentada, con mayoría de extranjeros, pasa un chico que luego vuelve y se sienta a mi lado. "Me siento acá porque todos son extranjeros y creo que les molesto". Argentino, ¿Cómo sabía que yo era compatriota si no había escuchado mi voz? Misterio. Enzo sería mi acompañante durante el recorrido y Benjamín nuestro guía.

Comenzamos en el Corikancha: mucha gente, guías, desorden, malestar por la lluvia, piedras incas, láminas de oro, la piedra más pequeña, paredes con orificios para el oro, cuadros de santos cristianos mascando coca. Maravilloso todo. Yo estaba fascinada con el guía Benjamín, cuestión es que le sacaba más fotos a él que al templo, jajajaja. Me parecía una mezcla increíble entre un inca original y un dandy moderno con sus jeans ajustados, botas tejanas, campera de cuero y paraguas como bastón. Todo un personaje. I love Benjamín!!!! Jajajajaa

Enzo era otro personaje, muy actor él, quería que le sacara fotos todo el tiempo,
ensayaba poses difrentes y realmente tenía pasta. Emocionado me agradecía las "buenas fotos" que yo le sacaba. Fuimos después a Sacsayhuamán, imponente, con esas piedras colosales, la vista de Cuzco a lo lejos y la llovizna cayendo perpetua.

Luego, Qenqo, Pukapukara y Tambomachay y leyendas ancestrales, Cusco el cuerpo del puma y Sacsayhuamán su cabeza, tumbas de reyes, el agua de la eterna juventud, el puma tallado en piedra. Se iba haciendo la noche. Y acá en Perú oscurece demasiado temprano.

Enzo me reprochaba que me sacara pocas fotos y yo con mi capa para la lluvia color naranja me sentía la naranja mecánica, un extraterrestre, que se yo... bien lejos de los flashes!!! Al final me animé y le pedí una con "my Benjamín" jajajaajaj.

Luego del City nos encontramos con Enzo para comer. Lo hicimos en uno de los tantos restaurants de la calle Procuradores, donde los empleados salen con la carta y te invitan a pasar. Por 10 soles, entrada, plato principal, postre y hasta pisco souer. Quedamos a reventar.

Al otro día me encontraba con Quique, el plan Machu Pichu alternativo (ir al Diario "La Belleza no es fácil), pensé que estaríamos en el mismo hostel pero me enteré que habia 3 Pirwas y el había caído en el de la calle Carmen Alto.

Semana Santa

Vuelta de Machu y no me podía ir así nomás del Cusco!!!!! Faltaba el Valle Sagrado y caminar un poco más esas callecitas. Semana Santa en Cusco y eso que no soy creyente: clima de efervescencia, iglesias hasta el tope. Pude ver un par de procesiones, con esas vírgenes casi humanas y ese río de gente guiándolas, los músicos, los chicos con los trajes escolares, los devotos caminando a paso lento pero firme. Y los extranjeros como yo, haciéndonos a un costado, observando maravillados tal congregación de iguales, tanta energía y fé hecha una sola. Animándonos timídamente a sacar algunas fotos, pero siempre mirando de afuera, espectadores de una fiesta ajena.

Ay! los nombres de esas callecitas!


Desde que me enteré que existía la calle 7 Angelitos obviamente quise encontrar la 7 Diablitos jajaja, a toda cosa su equilibrio, no??? Jajajaja Y si es que pude ver los extraños nombres de esas callecitas: frente a la Plaza de Armas, los Portales: de Carnes, de Harinas, de Panes, calle Heladeros, 7 Culebras, 7 Ventanas, Mira Calcetas, Ataúd, Afligidos y otras tantas que ahora no recuerdo. Y me metí en las escaleritas, las callejuelas más finitas, quería encontrar otros nombres extraños, para seguir ejercitando mi capacidad de asombro.

Pasaron muchisimas cosas en Cusco, un finlandés robó mi cama en el Pirwa y no la quiso devolver cuestión que le tomé tirria y lo miraba con cara de Doberman cada vez que lo cruzaba. Conocí a otros argetinos, Sol, Victoria y Mariano. Me perdí y me encontré en sus callecitas. Recorrí asombrada el enorme mercado de Artesanías. Un día comí en el Mercado, y me arrepentí, porque anduve esa tarde con retorcijones de estómago, entré en iglesias, subí y bajé escaleras. Anduve por museos, comí comida vegetariana, jajajaj.

Y sentí esa energía poderosa, que existe especialmente ahí, que hace que quieras quedarte por mucho tiempo, escuches gritar a sus piedras y desees perderte en esas callecitas de nombres extraños. Justo ahí, en el centro del mundo.

miércoles, 12 de mayo de 2010

ECLIPSE EN EL SALAR DE UYUNI

Creo que con mi descripción, hecha en base a cadenas de descripciones de otros, convencí a Marcela de hacer la excursión por el salar. Llegamos en el tren desde Tupiza muy tarde, cerca de la una de la mañana y sentimos el frío que hasta ahora nos era prácticamente desconocido. Buscamos el Hostel Marith, algo alejado de la estación, entrada con techo de paja, una empleada que nos atendió bostezando y muchas habitaciones alrededor de un gran patio. Sabíamos que no íbamos a dormir mucho; a eso de las 8 30 había que decidirse por una agencia para el tour. Imaginamos que iba a ser más difícil, pero las agencias estaban una al lado de la otra por la avenida principal y los empleados salían a buscarnos a la calle. Marcela quería regatear, a mi no me gusta demasiado o no me sale. Al final, como debían completar una camioneta, y Marcela se salió con la suya, nos ahorramos 10 dólares.

Había como dos horas hasta que la excursión partiera, así que buscamos un lugar para desayunar lejos de la avenida tan concurrida y así es que llegamos a Maná del Cielo, donde Miriam Paniagua elabora su comida a la vista de todos. Muy rico lo que comimos por 5 bolivianos y además muy simpática su propietaria. Nos pidió que volviéramos.

En el exterior de la agencia Olivos y también sentados en el interior esperaban japoneses, finlandeses, yankees, franceses y suecos. ¿Con quién nos tocará? Al final la cuestión del idioma y la comunicación termina siendo más importante que el paisaje. Listo, llegó la camioneta, nos subimos junto con dos chicas canadienses y para nuestra sorpresa una pareja de argentinos.

Suban. Valerie. Andreanne. Silvina. Memo. Marcela. Daniela. Ovidio, el chofer. Muchas cajas y bolsas de provisiones. Y al salar.

Tanta luz enceguece

Cuando comenzamos a rodar por el salar entendí el porque de su magnetismo; no es sólo una gran extensión blanca de sequedad; es un territorio mentalmente ilimitado, casi del dominio de la fantasía, un enorme papel en blanco donde todos nosotros estábamos dibujados. Estamos moviéndonos por la nada, o por el todo!!! Saquen los anteojos negros!!!

Postales blancas

Navegamos por el salar. Hay diez centímetros de agua sobre la sal. Las montañas y el cielo se reflejan sobre la superficie. La camioneta se transformó en un barco. Ovidio es el capitán.

Dos tumbas que asoman del agua. Relato de Ovidio. Familia murió congelada en medio del desierto. En medio de la nada. Horror. Y belleza. Un camino se levanta sobre el agua.

Juntamos sal en una bolsa. Del Salar de Uyuni. Para el asado. Cuando la vea mi papá. Se roban la sal de Uyuni!!!.

Un grupo de suecos con ponchos, guantes y gorros coyas. Fotos. Fuman demasiado.

Una isla de cactus gigantes en el medio del blanco. Muchos cactus. Superpoblación de espinas. Recorrido rocoso. Almuerzo al pie de la isla. Isla del Pescado. Los cactus y los pescados tienen espinas.
Ovidio nos eclipsó

La música hace a la situación y esta era una situación muy especial. Silvina y Memo quisieron escuchar Manu Chao. Perfecto. Recorriendo el salar y con esta música. Escuchamos varios discos y la pareja le propuso a Ovidio que pusiera su música. ¿Les gusta la cumbia boliviana? Dale Ovidio!!! Metele nomás!!! Primero con extrañeza y después moviendo un poco las caderas en el asiento, pasamos todo el resto del viaje escuchando el mismo disco. O mejor dicho la misma canción. Hubo una que bailamos con Marcela en una parada de descanso y le dijimos a Ovidio que nos gustaba. Nuestro chofer lo tomó muy en serio y cuando la canción terminaba se las arreglaba para que esta volviera a empezar, todo el tiempo, una y otra vez. Memo dijo que esa canción era la que le daba energía para seguir manejando. Creo que si alguna vez vuelvo a escuchar esa canción del grupo Eclipse voy a aparecer rodando por el medio del salar con Ovidio al volante impulsado por ese ritmo simple y contagioso:

"...tengo a mi padre,
tengo a mi madre,
negrita..."


Memo dijo: Ovidio, sos el mánager de Eclipse!! Ahora vas a sacar los cds y nos vas a vender uno a cada uno!!

Postales de color

Hotel de sal. Cervezas. Café con leche. Duchas, por favor. Velas. Sólo dos horas de luz. Vamos a dormir. No veo nada!!!. Sal en los pies.

Andreanne y Valerie. Canadienses. Se abrigan lo más que pueden y salen a pasear por los alrededores del albergue. Como dos boy scouts. Las miramos desde adentro.

Ovidio, tengo que ir al baño. Acá no hay baño. Bueno, una piedra grande, entonces. Ahí hay una!!! Vamos!!!.

Cruzamos llamas y vicuñas. Cada vez que las vé Valerie dice: hola!!! (muy agudo, bajo y cortito) En Canadá hay bambys. ¿Cuáles son más lindos? ¿Los bambys o las vicuñas?

Fumamos afuera del hotel con Memo. Hace mucho frío. Quisiera poder contar todas las estrellas que veo. Silvina aparece con un Bon o Bon para cada uno. Vamos a dormir.
Cinco de la mañana. Géisers en la oscuridad. Bajen y saquen fotos. Cinco minutos. Asomamos la cabeza de la bolsa de dormir. Miramos desde la camioneta. Suecos fumando al lado del vapor.

Laguna Colorada. Intentos de teoría científica. No importa. Miren cuantos colores. Viento. Nos volamos. Sin este viento y con unas cervezas nadie nos mueve de acá.


Lagunas. Infinidad de flamencos. Blancos. Rosas. Están congelados. Rígidos. Parados en el agua. Memo: a estos los ponen a la mañana y los sacan a la noche.

Fotos. Yo saco paisajes. Valerie fotografía personas. Primeros planos. Gestos. Sos una fotógrafa. Le pido que me fotografíe con mis anteojos y el gorrito coya.

Último día

Estamos cansados. Hemos dormido pocas horas y pasado frío. Andado por caminos empinados y rocosos en una camioneta que parece una coctelera. Tres veces nos bajamos a empujarla porque se quedó. Nuestro humor no es el de los primeros días. Ovidio sigue manejando inmutable, ha trabajado durante tres días como chofer, guía y
cocinero. No entendemos como aguanta. Aquí se trabaja mucho y se cobra poco, dice resignado. Ha sido agotador, pero lo que vivimos no lo olvidaremos nunca, los paisajes, los colores, la inmensidad, las personas, se han grabado para siempre.

Nos despedimos como viejos amigos. Ovidio dice que se ha reído con nosotros. Se va contento y cansado. Al final nos confesó que en realidad se llama Porfidio Choque pero que le cambiaron el nombre en el servicio militar y lo terminó adoptando. Silvina y Memo se van a buscar hotel y quedamos en encontrarnos con las canadienses para comer más tarde. Valerie está descompuesta y solo viene Andreanne, vamos a lo de Miriam.

Volvieron... nos dice sonriente.
Sí, y trajimos a alguien más
.

Potosí Hermana Plateada

Potosí.
Dos palabras: plata y soroche.
Increíble la capacidad de síntesis que tenemos con un lugar o cosa desconocida.
Ahí estaba yo, decidiéndome por Bolivia y tomando en cuenta a esta ciudad, que con sólo nombrarla ya me sonaba a mitos, leyendas, magnificencia y esclavitud....
Desde que Diego Gualca descubriera las minas en 1545 y se fundara la ciudad de Potosí, Bolivia se convirtió en el mayor productor de plata del mundo.
De esta forma nació y se desarrolló esta ciudad, con el nada liviano designio de ser la Hermana Plateada.

Quique es un fotógrafo de Ushuaia y el primero en alentarme a viajar sola. Me dió muchísima información y apoyó mi iniciativa.
Al hablar de Potosí dijo: "ahí nos pegó el soroche o mal de altura... tomamos té de coca, compramos pastillas, pero no hubo caso, casi me echo para atrás y me vuelvo. Si te pasa seguí adelante."
Imaginé el soroche como una pequeña muerte en palabras de Quique...
Y en mi cabeza iba tomando forma Potosí...

Aterrizando

Llegamos con Marcela desde Uyuni a la tarde temprano, después de un viaje lluvioso, durmiendo a intervalos y con el cansancio letal del Salar.
Bajamos en la Terminal, alejada, una zona de muchos comercios, tráfico, paso, a primera vista bastante heavy. Había escuchado consejos sobre la seguridad en esta zona. Esa imagen me quedó en la cabeza.
Llegamos en taxi hasta el Hostel "La Casona", en calle Chuquisaca entre Tarija y Padilla, un lugar muy lindo pintado de mostaza, con un gran patio en el medio y las habitaciones alrededor, a 22 bolivianos el dormitorio.
El frío de Potosí se nos metió hondo, veníamos un poco debilitadas y la altura se hacía sentir.

Un episodio poco felíz


Bien es sabida la gran adicción al mate por parte de los argentinos y nosotras no éramos la excepción. InfelIzmente sólo teníamos yerba, habíamos buscado bombilla por cielo y tierra infructuosamente.
Entrando en el hostel veo que se acerca un muchacho con el equipo matero completo.
Ejercitando mi cara dura le digo: Argentino!!!! Nos vas a prestar el mate??
En su cara se pintó la duda. Marcela lo reconoció como uno de los suyos y comenzó el diálogo.
Jonathan era judío, pero venía de nuestro país donde había adoptado la costumbre.
Nos prestó y mateamos en la cocina.
A la mañana siguiente una cabeza exaltada asomando de entre las frazadas (la reconozco como la de Jonathan) grita señalando el termo: "la tapa?? la tapa?? dónde está la tapa??"
Marcela salta de la cama asustada y corriendo vuelve de la cocina con ella.

Fín de la historia, de nuestra amistad con Jonathan y del mate. Lo encontramos en Sucre y en Santa Cruz, pero la relación ya se había roto. No nos miró más, tampoco nos quiso hablar... tal vez consultando a un psicoanalista... jajajajaja
¿Será la yerba, la que provoca esas reacciones tan pasionales?
Me recordé junto a Marcela recorriendo y registrando todos los pabellones del albergue en el Salar de Uyuni para encontrar a ese grupo de argentinos que llevaban mate...
Si, creo que el mate provoca serias adicciones.

Potosí a primera vista


Salimos a caminar con Marcela.
Se siente el peso de la historia en sus calles.
Plaza principal, frío, gente sentada y el Monumento al Charango!!!.
Calles muy finitas, adoquinadas.
Coches estacionados en la calle y en la vereda, miti miti.
Nos sacamos fotos haciendo de autos.
Balcones volados, vigilando la calle.
Casitas coloniales muy coloridas.
Tráfico bastante caótico.
Nos acostumbramos a caminar mirando siempre hacia atrás.
Acá las calles son veredas y las veredas son calles.
Calle de Abogados, común en muchas ciudades bolivianas.
Negocios con carteles muy graciosos.
Una calle peatonal muy francesa.
Vista imponente del Sumaj Orco, hermosamente iluminado al atardecer.
El mercado con puestos chiquitos y amontonados.

Soroche: sopa versus guiso de lentejas


Les cuento que mi "soroche" (temido como una pequeña muerte) se redujo a un malestar estomacal y bastante cansancio físico, pero nada del otro mundo.
Pero para no abusar ni tentar compramos en el mercado una sopa de choclo y pan.
La única olla existente en el hostel estaba ocupada por un abundante guiso de lentejas, con todo lo que un guiso puede tener, que un grupo de tres vascos simpático, revolvían y revolvían.
Comimos cerca de las 11 de la noche, metiendo tristemente la cuchara en ese líquido amarillento y con el olor de ese guiso descomunal metido hasta los huesos.
Duda existencial: ¿los vascos tenían puesta la vacuna anti-soroche?

City tour y una guía estrella


Presentía que íbamos a estar poco tiempo en Potosí, el frío era intenso y el ligero malestar no invitaban.
Al otro día me decidí por el City Tour. Sabía que el descenso a las minas era la "vedette turística", algo que no podía faltar. Pero no quería ver algo que presentía triste, oscuro, asfixiante. Y tentar a mi claustrofobia??. De ninguna manera, trataba de pasarla lo mejor posible.
En el Hostel habían dejado una tarjeta de la Agencia "Cerro de Plata", y como Marcela no estaba en condiciones, me fui caminando sola, guiándome por el plano y llegué a la oficina de calle Bustillos 1066.
Mary sería la guía, pagué 50 bolivianos a la dueña y salimos caminando con Claudia, una turista mexicana.
Lo más práctico era hacer este tour en dos patas debido al caos vehicular que ya había comprobado.

Empezamos por la plaza principal. Nos detuvimos frente a una Estatua de la Libertad en versión reducida. Mary contó que era un regalo de los Estados Unidos hacia Potosí por haber enviado su metal precioso en beneficio de la independencia yanquee.
Señaló hacia enfrente y sobre un edificio, una gran corona en su parte superior. Esta vez el regalo era de la Madre Patria. La leyenda decía que si España era el rey, Potosí iba a ser la reina.
Que tan codiciada será esta mujer, reina, amante, para recibir estos presentes...
Hermana plateada, brillando intensamente, encegueciendo con su don, ostentando su tesoro divino en medio de los Andes.

No entramos en la Casa de la Moneda. Había gastos que debía obviar si quería llegar hasta Lima.
Si, vimos una de sus enormes chimeneas a través del patio de un edificio sl que Mary nos hizo entrar.

Mirando cuadros de los inicios Mary nos contaba como la ciudad se había organizado exclusivamente en torno a la extracción de la plata, los enormes piletones construídos para lavar el metal, los numerosos canales que atravesaban la ciudad para proveer el agua, la dura vida de los indígenas que trabajaban en las minas, soportando condiciones infrahumanas, matanzas y muertes indignas en contraposición a la vida de lujo, ostentación y derroche de los dueños, los españoles.



Vimos un cuadro donde la cabeza de la Virgen María aparece extrañamente incrustrada sobre la cima del Sumaj Orco. Inicios del Surrealismo en Bolivia?? No, la Gran Iglesia Católica ejerciendo su enorme poder de sugestión. Delirios, ambición, ansias, poder.

Mary contaba mientras pasábamos por las numerosas iglesias como todas las órdenes presurosamente se habían instalado al crearse Potosí.... Franciscanos, carmelitas, capuchinos, dominicos, jesuitas, no faltaba ninguna...

Y las iglesias y conventos eran magníficos, ya los había estudiado fascinada en Historia del Arte y ahora lo veía maravillada con mis propios ojos.
Fachadas monumentales, preciosistas, logradas como por arte de magia de la piedra. Abarrocamiento, influencias moriscas, el aporte americano sumado a ellas.
En la Iglesia de San Lorenzo vimos los símbolos de hibridización de la religión: las sirenas músicas, los ángeles arcabuceros, las cariátides locales.
Puertas enormes con impresionantes adornos en plata... de que si no??
Trabajo intenso y maravilloso de los indígenas... me costaba mucho imaginar de que forma lo hicieron, el tiempo que les demandó tanta belleza...

Mary era una "guía estrella", educada, suave, clara y explicativa. Caminaba mientras levantaba la mano saludando a cuanto transeunte cruzaba. Mucha, muchísima gente. Parecía una reina de belleza saludando a la multitud.
Era una profesora muy reconocida y hablaba como seis idiomas, además de ejercer como guía, nos contó algo avergonzada de responder a tanto saludo. El precio de la fama.

Potosí era plata, religión y también anécdotas mas risueñas, Mary se explayaba...

La Calle de la Pulmonía: Callecita muy estrecha donde nunca alumbraba el sol, ideal para enfermar.

La Calle de los Quitacalzones:
Calle en los límites de la ciudad española donde los hombres hacían de las suyas con las indígenas que pasaban infelizmente por ahí.

El Balcón de las 7 Víboras: Casa donde vivieron unas hermanas muy hermosas y malvadas, 7 obviamente, que cometían toda clase de tropelías hacia los pobres pretendientes entusiasmados.

Los balcones volados muy comunes en la época virreinal eran una forma honorable de ganar la calle, especialmente por la mujeres para las que estaba prácticamente vedada.

Mary abrió una puerta y entramos en una escuela. Enseguida nos vimos rodeadas por un millón de nenitos con púlover rojo que gritaban, se reían y se empujaban para salir en la foto. Nos contagiaron su alegría.

Luego abrió la de una casa y nos dijo que sacáramos fotos, se mantenía intacta, el tiempo no había pasado, el patio central con su fuente, las habitaciones. No entramos porque vive gente. Y era increíble eso.

Mary abría y cerraba puertas.

Terminamos la excursión en el límite de la ciudad, donde hay unas puertas en forma de arcos, que separaban la ciudad indígena de la española.
Que increíble es el límite. El humano impone límites, enmarca, encierra, el peligro afuera siempre, esa es la idea.
Se ven dos paisajes diferentes. Uno es en altura, colorido, tallas en piedra, maderas labrada, detalles de riqueza.
El otro es bajo, poco color, las casitas estan amontonadas, arriba abajo, las calles son irregulares.
Y ahí la veo sobresaliendo, blanca, excéntrica, alegre, morisca, de un blanco níveo.
Una aparición en medio del barrio pobre, el marginado, el olvidado.
Lamentablemente no recuerdo su nombre, entre tantos, y mi memoria débil... pero Mary dijo es la primera en admitir a los nativos, los indígenas en su nave... y eso no lo he podido olvidar, se me ha quedado grabado.
Primera iglesia de tantas que hay en Potosí que dió su lugar a los hacedores de belleza en piedra, a los que rescataban el metal precioso de las entrañas de la tierra.
Y en ese momento pienso que siempre se pueden romper los límites, esos que sólo existen en el territorio de la mente humana.

Volvemos caminando despacio, charlando de cualquier cosa, mirando los adornos de carnaval en las puertas de las casas de paredes coloridas.
Potosí me había impactado, demasiado talvez, era muy fuerte estar ahí, tantos años de historia, de lucha, calaron hondo en mí, pero ahora debía irme.

Nos despedimos afectuosamente. Vivimos 500 años en 3 horas.
Ya en el hostel decidimos con Marcela irnos a Sucre, la Hermana Blanca.
Un taxi que venía de allá nos levantó en la puerta y mientras andábamos por las callecitas y nos acercábamos a la zona de la Terminal, vi a lo lejos al grupo de suecos fumadores del Salar de Uyuni y los seguí con la mirada hasta que se perdieron entre la gente, ya sorprendida por esos cruces increíbles.

Adiós hermana plateada !!!
Tal vez nos veamos de nuevo algún día...

Y en un taxi que parecía descontrolado, me sentí dentro de un jueguito electrónico, descompuesta, pensando en las llanuras pampeanas, girando a lo loco, intuyendo precipicios, imaginando desbarrancos, mientras Marcela charlaba tranquilamente y el chofer miraba mi cara desfigurada por el espejo retrovisor y Marcela le explicaba y él se reía medio burlón y decía, claro ustedes no están acostumbrados y sonaba una cumbia de letra vulgar y la tarde caía y nos acercabamos a la blancura de Sucre...

Pero eso ya es parte de otra historia.