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miércoles, 12 de mayo de 2010

ECLIPSE EN EL SALAR DE UYUNI

Creo que con mi descripción, hecha en base a cadenas de descripciones de otros, convencí a Marcela de hacer la excursión por el salar. Llegamos en el tren desde Tupiza muy tarde, cerca de la una de la mañana y sentimos el frío que hasta ahora nos era prácticamente desconocido. Buscamos el Hostel Marith, algo alejado de la estación, entrada con techo de paja, una empleada que nos atendió bostezando y muchas habitaciones alrededor de un gran patio. Sabíamos que no íbamos a dormir mucho; a eso de las 8 30 había que decidirse por una agencia para el tour. Imaginamos que iba a ser más difícil, pero las agencias estaban una al lado de la otra por la avenida principal y los empleados salían a buscarnos a la calle. Marcela quería regatear, a mi no me gusta demasiado o no me sale. Al final, como debían completar una camioneta, y Marcela se salió con la suya, nos ahorramos 10 dólares.

Había como dos horas hasta que la excursión partiera, así que buscamos un lugar para desayunar lejos de la avenida tan concurrida y así es que llegamos a Maná del Cielo, donde Miriam Paniagua elabora su comida a la vista de todos. Muy rico lo que comimos por 5 bolivianos y además muy simpática su propietaria. Nos pidió que volviéramos.

En el exterior de la agencia Olivos y también sentados en el interior esperaban japoneses, finlandeses, yankees, franceses y suecos. ¿Con quién nos tocará? Al final la cuestión del idioma y la comunicación termina siendo más importante que el paisaje. Listo, llegó la camioneta, nos subimos junto con dos chicas canadienses y para nuestra sorpresa una pareja de argentinos.

Suban. Valerie. Andreanne. Silvina. Memo. Marcela. Daniela. Ovidio, el chofer. Muchas cajas y bolsas de provisiones. Y al salar.

Tanta luz enceguece

Cuando comenzamos a rodar por el salar entendí el porque de su magnetismo; no es sólo una gran extensión blanca de sequedad; es un territorio mentalmente ilimitado, casi del dominio de la fantasía, un enorme papel en blanco donde todos nosotros estábamos dibujados. Estamos moviéndonos por la nada, o por el todo!!! Saquen los anteojos negros!!!

Postales blancas

Navegamos por el salar. Hay diez centímetros de agua sobre la sal. Las montañas y el cielo se reflejan sobre la superficie. La camioneta se transformó en un barco. Ovidio es el capitán.

Dos tumbas que asoman del agua. Relato de Ovidio. Familia murió congelada en medio del desierto. En medio de la nada. Horror. Y belleza. Un camino se levanta sobre el agua.

Juntamos sal en una bolsa. Del Salar de Uyuni. Para el asado. Cuando la vea mi papá. Se roban la sal de Uyuni!!!.

Un grupo de suecos con ponchos, guantes y gorros coyas. Fotos. Fuman demasiado.

Una isla de cactus gigantes en el medio del blanco. Muchos cactus. Superpoblación de espinas. Recorrido rocoso. Almuerzo al pie de la isla. Isla del Pescado. Los cactus y los pescados tienen espinas.
Ovidio nos eclipsó

La música hace a la situación y esta era una situación muy especial. Silvina y Memo quisieron escuchar Manu Chao. Perfecto. Recorriendo el salar y con esta música. Escuchamos varios discos y la pareja le propuso a Ovidio que pusiera su música. ¿Les gusta la cumbia boliviana? Dale Ovidio!!! Metele nomás!!! Primero con extrañeza y después moviendo un poco las caderas en el asiento, pasamos todo el resto del viaje escuchando el mismo disco. O mejor dicho la misma canción. Hubo una que bailamos con Marcela en una parada de descanso y le dijimos a Ovidio que nos gustaba. Nuestro chofer lo tomó muy en serio y cuando la canción terminaba se las arreglaba para que esta volviera a empezar, todo el tiempo, una y otra vez. Memo dijo que esa canción era la que le daba energía para seguir manejando. Creo que si alguna vez vuelvo a escuchar esa canción del grupo Eclipse voy a aparecer rodando por el medio del salar con Ovidio al volante impulsado por ese ritmo simple y contagioso:

"...tengo a mi padre,
tengo a mi madre,
negrita..."


Memo dijo: Ovidio, sos el mánager de Eclipse!! Ahora vas a sacar los cds y nos vas a vender uno a cada uno!!

Postales de color

Hotel de sal. Cervezas. Café con leche. Duchas, por favor. Velas. Sólo dos horas de luz. Vamos a dormir. No veo nada!!!. Sal en los pies.

Andreanne y Valerie. Canadienses. Se abrigan lo más que pueden y salen a pasear por los alrededores del albergue. Como dos boy scouts. Las miramos desde adentro.

Ovidio, tengo que ir al baño. Acá no hay baño. Bueno, una piedra grande, entonces. Ahí hay una!!! Vamos!!!.

Cruzamos llamas y vicuñas. Cada vez que las vé Valerie dice: hola!!! (muy agudo, bajo y cortito) En Canadá hay bambys. ¿Cuáles son más lindos? ¿Los bambys o las vicuñas?

Fumamos afuera del hotel con Memo. Hace mucho frío. Quisiera poder contar todas las estrellas que veo. Silvina aparece con un Bon o Bon para cada uno. Vamos a dormir.
Cinco de la mañana. Géisers en la oscuridad. Bajen y saquen fotos. Cinco minutos. Asomamos la cabeza de la bolsa de dormir. Miramos desde la camioneta. Suecos fumando al lado del vapor.

Laguna Colorada. Intentos de teoría científica. No importa. Miren cuantos colores. Viento. Nos volamos. Sin este viento y con unas cervezas nadie nos mueve de acá.


Lagunas. Infinidad de flamencos. Blancos. Rosas. Están congelados. Rígidos. Parados en el agua. Memo: a estos los ponen a la mañana y los sacan a la noche.

Fotos. Yo saco paisajes. Valerie fotografía personas. Primeros planos. Gestos. Sos una fotógrafa. Le pido que me fotografíe con mis anteojos y el gorrito coya.

Último día

Estamos cansados. Hemos dormido pocas horas y pasado frío. Andado por caminos empinados y rocosos en una camioneta que parece una coctelera. Tres veces nos bajamos a empujarla porque se quedó. Nuestro humor no es el de los primeros días. Ovidio sigue manejando inmutable, ha trabajado durante tres días como chofer, guía y
cocinero. No entendemos como aguanta. Aquí se trabaja mucho y se cobra poco, dice resignado. Ha sido agotador, pero lo que vivimos no lo olvidaremos nunca, los paisajes, los colores, la inmensidad, las personas, se han grabado para siempre.

Nos despedimos como viejos amigos. Ovidio dice que se ha reído con nosotros. Se va contento y cansado. Al final nos confesó que en realidad se llama Porfidio Choque pero que le cambiaron el nombre en el servicio militar y lo terminó adoptando. Silvina y Memo se van a buscar hotel y quedamos en encontrarnos con las canadienses para comer más tarde. Valerie está descompuesta y solo viene Andreanne, vamos a lo de Miriam.

Volvieron... nos dice sonriente.
Sí, y trajimos a alguien más
.

1 comentario:

  1. QUE VIAJE HERMOSO, YO LO DISFRUTE UN MONTON POR SUS PAISAJE, POR EL GUIA, POR LOS COMPAÑEROS DE VIAJE. POR TODO. TU RELATO ME GUSTO MUCHO. HAY MILES DE RECUERDOS QUE REPICAN SIEMPRE. UN ABRAZO.

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